Hace algún tiempo, cuando llegué para instalarme en este lugar junto al mar, solía pasear a mi perro por un pequeño pedazo de bosque que hay muy cerca de casa. En medio de algunos terrenos de cultivo y entre campos de algarrobos, hay una pequeña porción de bosque mediterráneo. Una minúscula maravilla que algunos desaprensivos ensucian y desdeñan incapaces de apreciar su valor y su belleza.
En ese trocito de naturaleza acostumbraba a toparme con abubillas, urracas, pajarillos varios y hasta algún conejo. Max corría a sus anchas y yo me oxigenaba y me esplayaba. Estuve yendo por allí hasta el final de mi embarazo y eso que todo el mundo me echaba la bronca por hacerlo y que hasta hubo un día en que resbalé y caí de culo. Pero me gustaba ir por allí. Luego llegó Lluna y ya no podía sacar al perro y a la niña a la vez, era misión imposible. Los paseos se hicieron mucho más cortos, hasta la farola de la esquina, era imposible más. Hoy he regresado a ese lugar, a la zona en que empieza a intuirse apenas y allí estaban.
Surcaban el cielo. Su vuelo majestuoso, planeando en círculos me ha hecho distinguirlos. Son tres. Tres rapaces de pequeño tamaño que estoy convencida que son las mismas que un día encontré en ese bosque. Fue en una ocasión en que perseguía a mi perro entre los pinos por una zona por la que no suele meterse la gente porque las ramas están bajas y hay que ir encorvado. Al notar mi presencia se asustaron y salieron volando. También eran tres. Por su corto vuelo pensé que debía tratarse de polluelos que aún no habían abandonado el nido, que estaban dando clases de aviación. Durante días me pasé por allí intentando no hacer ruido. Muchos días hasta que al final dejé de verlos. Sé que las aves suelen regresar a los lugares en los que han hecho una vez su nido. Así es que quiero creer que son las mismas rapaces. ¡¡¡Qué maravilla verlas de nuevo volar!!!
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