Corría el año 2012 cuando publiqué mi último libro, la novela/recopilación de relatos El café de la Luna. La experiencia no fue demasiado buena. Yo no era uno de las apuestas de la editorial sino el hallazgo/corazonada de un editor que apostó por mí. Si no me hacían demasiado caso la cosa empeoró cuando mi editor murió: me quedé sin valedor. Eso, sumado al cansancio de haber escrito tres novelas en menos de dos años y a los diez años de degaste, acabó por sumirme en una especie de depresión/desilusión de la que no he conseguido asomar la cabeza hasta hace muy poco.
En enero de 2015 puse el punto y final a la última novela que he escrito hasta hoy: El domador de lagartijas. En todo ese tiempo no la había dado a leer a nadie, no la había enviado a valorar a ninguna editorial y ni siquiera la había llevado al registro de la Propiedad Intelectual. Tener un libro inédito en un cajón (archivo de word) no sirve de nada. Y, aunque no me va la vida en ello y sé que va a ser muy complicado, he decidido volver a la carga en el punto que lo dejé.
Vuelvo a empezar de cero pero no me importa. Escribir es lo único que se hacer, lo que más me gusta hacer, y ahora que he recuperado las ganas quiero seguir adelante. Me gustaría que esta novela viera la luz porque está repleta de recuerdos familiares y porque es mi pequeño homenaje a mi abuelo y a muchos republicanos que como él sufrieron la represión franquista. Es, en cierta manera, mi propio susurro de los árboles, la primera novela que publiqué. Voy a pelearla. Sin prisas ni pretensiones. A ver hasta donde llego.
jueves, 28 de abril de 2016
miércoles, 27 de abril de 2016
VUELVO A LA CARGA
Después de más de un año sin escribir vuelvo a la carga. He pasado muchos meses sin un proyecto en mente y, sobre todo, sin ganas ni ilusión por escribir. Después de acabar tres novelas en menos de dos años y con todo el desgaste que supone una década de deambular en este universo, era lógico que ocurriera. Entonces llegó el premio "Paraules d'Adriana" y me devolvió las ganas, me recordó que soy escritora, quiera o no quiera. A partir de ahora, conociendo como conozco el mundillo por haberme movido entre bambalinas por él, cambio totalmente el enfoque. No espero nada. Escribo porque me gusta hacerlo y porque no sabría hacer otra cosa. Lo que venga bienvenido será.
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