El mundo es, en general y casi siempre, una gran hoguera de las vanidades. La gente vive pagada de sí misma, se fabrica su imagen de carton piedra y tiene que aparentar para que los demás crean que ES. En el mundo de los considerados "artistas" esto se sobredimensiona. No sólo hay que ser de puertas para adentro sino que además hay que aparentar lo que se es o, lo que no deja de ser ridículo, lo que se quiere ser. Y digo ridículo porque no hay nada más obsceno que querer engañarse a uno mismo.
Siempre he querido escribir, desde que era una niña. Me hice periodista porque quería escribir, ser escritora, se entiende, pero no me atrevía a serlo. Hace unos años mi vida dio un giro inesperado y me lancé en busca de mi sueño. Me compré mi portátil y empecé a hilvanar historias que me tocaban muy adentro. Así nació "El susurro de los árboles". Sin pretensiones, sin ir de nada, simplemente haciendo realidad, poco a poco, mi sueño.
En estos momentos estoy recogiendo las mieles de unos años de trabajo. Duro trabajo, sí, pero no sé si se puede decir que es trabajo hacer lo que a uno más le gusta hacer. Continuaría escribiendo siempre aunque no me pagaran por ello. Lo necesito para respirar, para latir. Llegados a este punto de mi vida, podría decir carrera pero me sonaría pretencioso y no va conmigo, y con algunos logros que aunque sencillos son mis logros, nunca he ido restregando a nadie nada por las narices ni presumiendo de lo que soy. Cuento lo que me sucede en mi día a día, si eso molesta, lo siento.
Recorriendo esta carrera de fondo que es el oficio de escritor, me he encontrado con todo tipo de personajes. Recuerdo una vez, hace mucho tiempo, que trabé amistad con una chica que también escribía. Fue a través de la revista Qué Leer. Nos intercambiamos relatos y nos escribimos algunas cartas (entonces no estaba tan extendido lo de Internet, soy así de vieja). La muchacha en cuestión era una administrativa a la que le gustaba mucho escribir, estaba en paro y se había dejado ir escribiendo algunos relatos con más ilusión que acierto y con menos palabras que faltas de ortografía. No dije ni mú. Leí lo que me mandaba y, aunque me pareció malo, insulso, incorrecto a todas luces y aburrido, me callé. Ella, por su parte, se tomó la libertad de mandarme el relato que yo le había enviado ¡¡corregido!!
Luego están los grandes de verdad. Entre ellos, de momento, he tenido la gran suerte de encontrarme con excelentes escritores que me han tratado como a un igual, que me han elogiado y me han animado a seguir. El mensaje siempre ha sido "tienes mucho que aprender pero yo aprendo también algo cada día". Frente a estos grandes señores de las letras he dado con mucho mindudis metido a escritor que por el hecho de haber leído mucho o de haberse puesto a escribir se creen los reyes del mambo.
Se es escritor escribiendo y, aunque nos duela un poco a muchos que no estamos muy presentes en los papeles, publicando. Dime qué tienes publicado y te diré qué escritor eres. Dejen de ir de escritores y demuestren que lo son. Hagan la prueba, es bien fácil: si les piden que escriban su currículum de escritor y no se les ocurre qué poner, tendrán que planteárselo. Unos buenos estudios que respalden la cosa tampoco son un mal colchón, algún premio, colaboraciones... En fin, que menos ínfulas y más hechos. Es cierto que los que escribimos en la sombra tenemos ganas de gritarle al mundo que somos escritores, porque en realidad lo somos, pero esperemos ese momento sublime en el que tengamos a nuestras espaldas algunos méritos, más que nada por eso de que luego la gente se cree que todo el monte es orégano y no nos toman en serio a los demás.
1 comentario:
Hola, Bruja. Leí tu comentario en mi blog, en el que me regañabas por no haber visitado tu blog, y me dije: ¿que blog?. Hay que joderse...Lo he tenido que descubrir a través del blog de Corazón nácar, y tengo que confesarte que me gusta tanto que me acabo de convertir en ferviente seguidor, para que no se me escape ninguna entrada.
Que eres escritora, y de las buenas, se nota por la forma de escribir que tienes, por esa confesión de que tienes la necesidad de escribir que tenemos todos los que disfrutamos con esto, a pesar, como muy bien dices, de nuestras propias limitaciones, que sin duda se liman precisamente escribiendo. Se toma conciencia de que uno no escribe del todo mal cuando recibe algún premio, o cuando se queda finalista en algún concurso (y ya sabes a cual me refiero, que me lo birlaste con tus malas artes, bruja...ja, ja, ja, es broma), porque lo que está claro es que uno no sabe nunca si es buen escritor cuando los hermanos o los primos elogian un relato suyo como si se tratara de "La sombra del viento".
Bueno, no quiero enrrollarme más, que para ser el primer comentario ya me estoy pasando. Tengo pendiente tu libro, pero estoy esperando a que escampe un poco el lío de trabajo que tengo para meterme con el. Ya tengo mono, que lo sepas.
Un fuerte abrazo, y enhorabuena otra vez por tu magnífico blog.
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