martes, 18 de noviembre de 2008

EL HOMBRE QUE VINO DEL MAR

Silencioso, reflexivo, calmado... así es Juan Abreu. Este escritor y poeta cubano tuvo a bien dedicarme algo de su tiempo hace unos días. He de reconocer que me concedió la gracia tras un toque de la varita mágica de Zoé Valdés. En todo caso eso no desmerece el detalle ni mucho menos su tiempo.

Quedamos a las puertas de una librería del centro de Barcelona y recorrí el Passeig de Gràcia conversando con él... ¡¡¡con un escritor de verdad!!! Lo más asombroso es que estuve hablándole de mí porque me preguntó sobre lo que hago. Fue un tiempo breve, apenas media hora, pero me gustó. Estos encuentros esporádicos con escritores conocidos, con gente que ha recorrido un camino en el que yo apenas he dado unos pasitos, me hace sentir que pertenezco a este mundo de las letras aunque acabé de aterrizar... o aún esté aterrizando.

Conversamos, intercambiamos dedicatorias en nuestros respectivos libros y poco más. Sus palabras me animaron a seguir en mi línea. Le expliqué que lo único que quiero es disfrutar de este momento que estoy viviendo, de poder hacer lo que me gusta, de saborear cada uno de mis pequeños triunfos y Juan Abreu me dijo que esa era una buena actitud, que siguiera en mi línea.
Tendré que hacerle caso.

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