viernes, 21 de marzo de 2008

CÓMO EMPEZÓ TODO

Siempre me ha gustado escribir y no sabría decir cuándo empecé a hacerlo por puro placer y consciente de lo que estaba haciendo. Tal vez todo empezó con mi primer diario a los 12 años, no estoy muy segura. Luego, algunos años después, en el concurso de mi instituto gané el segundo premio de los Juegos Florales del 1986 en la modalidad de cuento, tenía 16 años. De ese año también recuerdo las buenas críticas de mi profesora de Literatura que siempre me vaticinó un excelente futuro en el mundo de las letras.
Llegó la hora de elegir una carrera y me decanté por el Periodismo, pese a mi timidez, porque lo que me gustaba era escribir. Así es que cursé Ciencias de la Información en la Universitat Autònoma de Barcelona. Esos días aparecen un poco difuminados en el recuerdo aunque sí guardo en la memoria la muerte de mi abuelo y lo mucho que me ayudó escribir a sacar todo el dolor que llevaba dentro. Del año 1989 data el primer intento serio de escribir una novela, aunque la obra completa se materializó más de quince años después. "La luna sobre el lago" fue mi bálsamo en una de las etapas más duras de mi vida.
Acabé la universidad y con el título en la mano las cosas no fueron fáciles. He vivido desde entonces de mi trabajo de periodista aunque no se puede decir que lo haya hecho holgadamente sino más bien de manera bastante precaria hasta la fecha. En esos años escribí "Ciencia Incierta" y "Adria, la oscura claridad" (ésta última del año 1996), dos intentos poco acertados de novela de ciencia ficción presentados al premio UPC.
Desde entonces apenas participé en algún certamen. Hasta hubo una larga temporada que la dediqué única y exclusivamente a mi vida privada. Pero no me fue bien. Cuando uno se olvida de sí mismo, raramente pueden salirle bien las cosas. En esos años apenas escribí algunas líneas de tanto en tanto. Nada importante. Luego, en el 2003, cuando la burbuja en la que vivía se rompió, cuando todo mi presente y mi futuro se desdibujaron y me vi abocada a comenzar de nuevo, sola, sintiéndome fracasada, decidí que no tenía nada que perder y aposté por la literatura.
He de confesar que hubo alguien que me mostró el camino. Entonces no podía saberlo, pero él acabaría siendo el padre de mi única hija, la brujita. Su apoyo y un libro me hicieron darme cuenta de que no era tan descabellado querer ser escritora y que si no lo intentaba entonces nunca más lo haría. Entre las cosas que hice en ese tiempo una de las más importantes fue contactar con la escritora Lolita Bosch. Yo entonces no sabía ni quien era, simplemente contacté con ella porque impartía talleres y auditorías (creo que las llamaba así) literarios. Quedamos en un bar para que me explicara sus métodos y lo que me iba a costar, también le llevé algunos de mis escritos para que pudiera juzgar y me dijera si estaba en el nivel de los talleres o de las auditorías.
No tuvo dudas. Estas fueron su palabras: "Estás preparada para iniciar un proyecto literario, sabes escribir. Cuando quieras y estés preparada puedes empezar con las auditorías". Pero el caso es que yo no me podía permitir sus precios, razonables por otra parte, pero no a mi alcance. En vez de eso invertí la devolución de la declaración de hacienda en un portátil y me puse a escribir mi primera novela.
De Lolita, de mi breve charla con ella, extraje algunas máximas que me han servido después. Ella también contribuyó a que me decidiera. Y lo que hice fue escribir "El susurro de los árboles" y presentarme al Premio Planeta 2005. Ja ja ja, ¡qué osada! De antemano sabía que era imposible ganar pero en esos días me sentí como una verdadera escritora. Cuando fui al registro de la propiedad por primera vez me di cuenta de que lo que hacía era algo serio. Al menos lo iba a intentar.
Un nuevo cambio en mi vida me llevó a abandonar mi ciudad para irme a vivir a un lugar alejado del que había sido mi mundo hasta entonces. Un lugar junto al mar. Allí encontré mi habitación propia, como decía Virginia Woolf, y empecé a escribir muchas horas al día. A escribir sólo se aprende escribiendo, está claro. Y eso hice. Durante ese tiempo participé en muuuuuuchos concursos y ... ¡gané uno! El primer premio de "La Rosa de Barcelona" fue lo que me animó a seguir adelante. Y seguí pero no por mucho tiempo. Ocurre que sin yo saberlo entonces ya estaba creciendo dentro de mí una nueva vida. Las cosas que he hecho desde entonces en otro capítulo.

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