Me inicié en esto de la escritura a través de los concursos. Cuando empecé a escribir desconocía el mundillo, no tenía ni idea de nada y ni se me pasaba por la cabeza llegar a publicar un libro algún día. La verdad es que no se me dio nada mal. Gané algunos premios y conseguí publicar mi primera novela además de algunos relatos y microrelatos en antologías conjuntas como parte de ellos o de las menciones especiales. Era una manera de conseguir lo que quería, escribir y publicar, y una forma también de reafirmarme y de saber que no lo hacía tan mal.
Hace tiempo que no participaba en concursos. No por ningún motivo en especial simplemente por falta de tiempo o cambio de hábitos, no sé muy bien por qué. El caso es que hace unas semanas decidí volver a la carga. Recibir una llamada o un mail diciéndote que has quedado finalista de un certamen literario es un subidón. Tenía ganas de volver a sentirlo. Y, por qué no, me apetecía mucho volver a ganar que eso es una pasada, y seguir haciendo cosas. Así que volví a las andadas. El 28 de abril envié un relato para participar en el I Concurso Internacional de Relatos "La Abadía del Perfume". Como siempre lo envié el mismo día en el que se cumplía el plazo para presentarlo. Pues la buena noticia es que he quedado finalista del certamen, y en unos días sabré el fallo.
Pues sólo era eso, que me apetecía compartirlo con vosotros. El martes en Madrid se sabrá el nombre del ganador. De momento me han pedido que grabe un vídeo por si resultara ser yo puesto que no puedo ir a la entrega de premios. Ay, siempre me pierdo las entregas, ¡cachis!
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