Sigo escribiendo. Sigo leyendo. Sigo viviendo. Sin grandes novedades. El 27 de marzo en la Biblioteca de Sant Adrià de Besòs hablaré de mis libros, la excusa El Café de la Luna. A finales de ese mismo mes o a principios de abril, si los hados nos son propicios, presentaré en Torredembarra el libro de un amigo. Me gusta la idea de oficiar de madrina en la presentación de un libro, es como un paso más. Y mientras tanto continúo tramando historias.
Tengo una novela que he de mandar por esos mundo de dios a que se busque la vida, pero no me arranco. Es un paso que detesto. Tal vez debería buscarme un agente literario, o no. No lo tengo muy claro. Y aparte de ese trabajillo de autoagente literaria debería ponerme con la otra novela que espera la primera revisión y reescritura. ¡Uf! No estoy por la labor, ciertamente. Hay días de esos en los que tengo la sensación de que las cosas no progresan, pero lo cierto es que ando inventando mundos y no pienso en casi nada más. Debería ponerme las pilas. Sí. Pero no me arranco.
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