viernes, 31 de enero de 2014

BUENA SUERTE

No sé si creo en la buena suerte. Ni siquiera en la suerte. Siempre he pensado que tengo una buena mala suerte que me ha acompañado allá donde he ido. Por ejemplo, que gano un premio de novela, pues resulta que el dueño de la fundación que me lo concede sale a concurso de acreedores y me quedo sin ceremonia de entrega y casi sin premio. Que publico con una editorial convencional con un contrato de por medio, pues resulta que el mío es uno de los primeros libros y no hay ni jefe de prensa ni promoción con lo cual pasa sin pena ni gloria. Y así ad aeternum.
Hace un tiempo me dijo un reputado editor "eres muy currante pero te haría falta un poco de suerte" (yo pensé: caramba, dámela tú publicándome un libro, pero no). Y así, entre trabajo no reconocido, puertas que se abren y proyectos fallidos he seguido adelante. En los últimos días me he cruzado con un gato negro y un petirrojo. Dicen que el primero da mala suerte y el segundo la da buena, así que podríamos decir que me he quedado igual. El caso es que El Café de la Luna va a convertirse en un audiobook, lo cual no sé si es bueno o malo, o si me va a reportar algo positivo o no. Y también hay un proyecto para que un petirrojo y una libélula surquen juntos el cielo. Esto último me hace tremenda ilusión pero no pienso decir nada hasta que la cosa esté más madura. Sigo con mi nueva novela, que no es poco, y en breve me pondré a mover mi novela negra (uf, qué pereza) y cuando tenga ganas le daré otra vuelta de tuerca a mi novela fantásticoterrorífica. Eso sin contar que esos volúmenes de cuentos que nunca acabo de armar. Así que sigo escribiendo a la espera de que soplen vientos de fortuna por estos lares.

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