No sé si creo en la buena suerte. Ni siquiera en la suerte. Siempre he pensado que tengo una buena mala suerte que me ha acompañado allá donde he ido. Por ejemplo, que gano un premio de novela, pues resulta que el dueño de la fundación que me lo concede sale a concurso de acreedores y me quedo sin ceremonia de entrega y casi sin premio. Que publico con una editorial convencional con un contrato de por medio, pues resulta que el mío es uno de los primeros libros y no hay ni jefe de prensa ni promoción con lo cual pasa sin pena ni gloria. Y así ad aeternum.
Hace un tiempo me dijo un reputado editor "eres muy currante pero te haría falta un poco de suerte" (yo pensé: caramba, dámela tú publicándome un libro, pero no). Y así, entre trabajo no reconocido, puertas que se abren y proyectos fallidos he seguido adelante. En los últimos días me he cruzado con un gato negro y un petirrojo. Dicen que el primero da mala suerte y el segundo la da buena, así que podríamos decir que me he quedado igual. El caso es que El Café de la Luna va a convertirse en un audiobook, lo cual no sé si es bueno o malo, o si me va a reportar algo positivo o no. Y también hay un proyecto para que un petirrojo y una libélula surquen juntos el cielo. Esto último me hace tremenda ilusión pero no pienso decir nada hasta que la cosa esté más madura. Sigo con mi nueva novela, que no es poco, y en breve me pondré a mover mi novela negra (uf, qué pereza) y cuando tenga ganas le daré otra vuelta de tuerca a mi novela fantásticoterrorífica. Eso sin contar que esos volúmenes de cuentos que nunca acabo de armar. Así que sigo escribiendo a la espera de que soplen vientos de fortuna por estos lares.
viernes, 31 de enero de 2014
lunes, 20 de enero de 2014
LOS PREVIOS
Lo mejor de ser escritora es escribir. Parece una obviedad pero no lo es. Hay quien de este oficio se deja seducir por las candilejas, presentaciones, firmas de libros y otros saraos. No es que reniegue de ellos pero, esta que se sienta frente a la pantalla del ordenador, cuando realmente es feliz es cuando está maquinando algún proyecto. Y ahora estoy en ello. Tengo una novela acabada que busca editorial y otra que puse a macerar a finales de año y que retomaré en algún momento. No hay prisa.
Mientras tanto, y para no perder la costumbre, estoy haciendo todos los preparativos que conlleva la escritura de una novela. Los cuadernos de notas y los libros amenazan con invadir mi mesa entrando en seria disputa con las tazas de té. El tiempo se hace corto cuando me dejo llevar a ese mundo inventado que estoy planeando crear. A la vuelta de la esquina o tras una puerta aparece un personaje. De camino al cole o haciendo la comida vivo algo de su vida. Entre las líneas de un informe de Amnistía Internacional aparece la idea para un capítulo que decido contar. Un nombre se asoma entre las hojas de una ensalada como una revelación.
En momentos como este la cabeza es un hervidero de ideas y sensaciones. Esta vez no es tanto el miedo a no poder llevar a cabo el proyecto o a no poner cimientos sólidos para la historia. Es como aquella vez cuando escribí El susurro de los árboles y llegó un momento en que las tristezas de aquellas historias reales no me dejaban seguir. Ahora pugnan en mi interior y me hacen un nudo en el estómago. Desde antes de empezar me preocupa no poder seguir adelante. Para concluir que por todas estas cosas merece la pena seguir adelante con este extraño vicio de escribir.
Mientras tanto, y para no perder la costumbre, estoy haciendo todos los preparativos que conlleva la escritura de una novela. Los cuadernos de notas y los libros amenazan con invadir mi mesa entrando en seria disputa con las tazas de té. El tiempo se hace corto cuando me dejo llevar a ese mundo inventado que estoy planeando crear. A la vuelta de la esquina o tras una puerta aparece un personaje. De camino al cole o haciendo la comida vivo algo de su vida. Entre las líneas de un informe de Amnistía Internacional aparece la idea para un capítulo que decido contar. Un nombre se asoma entre las hojas de una ensalada como una revelación.
En momentos como este la cabeza es un hervidero de ideas y sensaciones. Esta vez no es tanto el miedo a no poder llevar a cabo el proyecto o a no poner cimientos sólidos para la historia. Es como aquella vez cuando escribí El susurro de los árboles y llegó un momento en que las tristezas de aquellas historias reales no me dejaban seguir. Ahora pugnan en mi interior y me hacen un nudo en el estómago. Desde antes de empezar me preocupa no poder seguir adelante. Para concluir que por todas estas cosas merece la pena seguir adelante con este extraño vicio de escribir.
sábado, 18 de enero de 2014
ÚLTIMAS NOTICIAS
Hace unos días me llegó una noticia inesperada, un regalito de Navidad con un poco de retraso que no por eso me hace menos ilusión: El Café de la Luna se convertirá en un audiobook. Ya os iré contando todos los detalles.
sábado, 4 de enero de 2014
RETO CONSEGUIDO
Siempre que empiezo a perfilar un nuevo proyecto, cada vez que me embarco en una nueva novela, tengo la sensación de que no seré capaz de levantar todos los andamios y muros, de colocarle sus puertas y ventanas, de vestirla por dentro y por fuera. Afortunadamente, y hasta el momento, es sólo una sensación. Ayer puse el punto y final a la primera escritura de un nuevo proyecto. Y me parece una excelente forma de empezar el año. Aun queda mucho trabajo por delante. Leer y releer, reescribir, corregir, pulir... Esa parte no me gusta tanto, suelo estar deseando empezar una nueva historia. Pero como dijo alguien bastante sabio, escribir es reescribir.
De momento la dejaré unos días macerando y luego volveré a ponerme con ella para"dar cera, pulir cera". Mientras tanto intentaré escribir un cuento infantil que me propuso mi amiga la ilustradora Daniela Violi y acabaré algunas lecturas pendientes y haré sus correspondientes reseñas y empezaré a maquinar una nueva historia y... El 2014 va a estar lleno de cosas, de momento ya tengo unas cuantas citas apuntadas en mi agenda color magenta. Y también hay algo para 2015, pero todo se andará, cada cosa a su tiempo. Y ahora toca disfrutar de este pequeño hito conseguido.
De momento la dejaré unos días macerando y luego volveré a ponerme con ella para"dar cera, pulir cera". Mientras tanto intentaré escribir un cuento infantil que me propuso mi amiga la ilustradora Daniela Violi y acabaré algunas lecturas pendientes y haré sus correspondientes reseñas y empezaré a maquinar una nueva historia y... El 2014 va a estar lleno de cosas, de momento ya tengo unas cuantas citas apuntadas en mi agenda color magenta. Y también hay algo para 2015, pero todo se andará, cada cosa a su tiempo. Y ahora toca disfrutar de este pequeño hito conseguido.