Nunca me ha dado por opinar sentando cátedra sobre temas editoriales, literarios o como quieran llamarlos. No me creo una eminencia en la materia ni alguien indicado para dar lecciones a los demás. Simplemente soy una persona a la que le gusta escribir y que hace unos años empezó a moverse por el camino de los libros. Con eso quiero decir que comencé a buscar fortuna, como tantos otros, en un mundo que me apasiona. Quería escribir y publicar un libro aunque lo veía como algo muy lejano, casi imposible. En ese momento eché mano de las herramientas que tenía a mi alcance y entre ellas, por supuesto, Internet. Abrí un blog, luego una cuenta de Facebook y entre unas cosas y otras fui haciendo contactos y moviéndome en el mundillo.
A finales del siglo pasado, hay que ver qué bien suena, ya había estado haciendo reseñas para la web de RENFE. Así es que, en mi etapa bloggera, abrí un blog en el que daba mi opinión sobre los libros que leía y luego salió la oportunidad de reseñar en una web especializada en libros y luego la radio y más tarde otra web y después uno de los blogs literarios mejor considerados del panorama actual, La tormenta en un Vaso. Poco a poco, como una hormiguita, conseguí ganar varios premios, publicar mis escritos en revistas y en Internet y, lo que a mí más ilusión me hacía, publicar en papel dos novelas y varios relatos y micros en un total de cinco antologías conjuntas con otros autores. No me hago llamar crítica literaria y me ha costado mucho considerarme escritora, aún me da cierto pudor decir que lo soy, por respeto a un oficio que tanto admiro. Y alucino bastante porque hoy en día cualquiera que tiene un blog en el que cuelga sus escritos se hace llamar escritor y cualquiera que tiene un blog de reseñas se llama crítico literario. Están en su derecho, por supuesto, pero me parece un poco atrevido. Aunque bien mirado, si escritor es el que escribe, todo aquel que no sea analfabeto es escritor.
En los últimos tiempos las redes sociales, la autopublicación y el e-book, entre otras muchas cosas, están cambiando las formas de hacer del mundo editorial. La democratización de los medios ha abierto las puertas a muchos escritores que, de otra manera, seguirían en el ostracismo. Pero, como todo tiene su lado oscuro, también ha permitido que se publique gran cantidad de libros pésimos plagados de faltas de ortografía y errores de sintaxis, gramática, etc, etc, etc. Dicho sea de paso, estos tampoco faltan en la edición convencional aunque quiero creer que no abundan tanto. Nadie está libre de mácula.
El último boom ha sido Amazon. Yo lo miro desde la barrera, la verdad, porque ando promocionando mi novela (en papel) y voy a la mía, pero tengo mis opiniones, como todo el mundo, aunque de momento observo. Hasta que leo un post en un blog sobre la supuesta guerra entre los escritores que publican de manera convencional y los que publican en esta nueva plataforma. Y vuelvo a alucinar. En primer lugar porque no creo que exista tal guerra, una guerra es algo mucho más serio y en ella pierde la vida gente, hay que ver la gente qué ganas tiene de darse importancia. Lo que sí es verdad es que unos y otros opinan y a cada cual lo suyo le parece lo mejor.
Otra cosa que me sorprende y me sonroja es la manera de expresarse que tiene el escritor del post sentando cátedra en muchos temas. Cualquiera diría que es uno de los grandes de la literatura de este país. Nunca he contemplado la autoedición. Quizás porque encontré mi camino antes de desesperarme o porque no me podía permitir el lujo de pagar por publicar. Opté por los concursos y pienso que me fue bien. Pero creo que la autoedición es una opción más para quien la quiera, ni buena ni mala, todo depende de cada uno y de sus circunstancias. Sí que es verdad que algunos escritores de los que ya tienen una carrera a sus espaldas, no lo conciben como una posibilidad, les parece un despropósito aunque seguro que los hay a los que no les parece mal. También hay que reconocer que a algunos les ha funcionado como puerta por la que acceder a la publicación convencional. Todo son maneras de hacer y opciones. Pienso que no me equivoco al decir que todos desearíamos publicar de manera convencional, con una gran editorial que nos respaldara y un importante apoyo mediático. Pero no siempre se puede, casi nunca. Así que cada uno lo intenta como quiere o como puede.
Luego está eso de que “quien realmente vale lo consigue”, una de las grandes salidas del tiesto de este post. No es verdad. Hay grandes obras muriéndose de asco en un cajón y verdaderos pestiños editados y con gran éxito de ventas. Si John Kennedy Toole pudiera volver de la tumba tampoco estaría de acuerdo con esta afirmación que, por otro lado, hace pensar que el bloggero cree que él, como lo ha conseguido, sí que vale y todos los que se autopublican o cuelgan sus libros en Amazon no. Y lo realmente sorprendente, al menos para mí, es que este tipo de afirmaciones sentando cátedra las haga un escritor cuya trayectoria consiste en haber publicado un libro y poco más.
Y todo junto me lleva a pensar en la gran falta de humildad que rodea a este mundillo. Me sorprende lo rápidamente que se le sube a la cabeza el relativo éxito a algunos. Me asombra que no seamos capaces de pensar que en este oficio siempre estamos a prueba, que cada vez que acabamos un libro o intentamos publicarlo estamos empezando de nuevo. Que nada está dado y bendecido en esta profesión y que lo que importa, al fin y al cabo, es la trayectoria profesional y que serán muy pocos los que aparecerán en los libros (o e-books) de literatura del futuro.
Cuando yo empezaba, cuando publiqué mi primera novela, alguien que también escribía me dijo que publicarla a través de un premio “no era publicar como dios manda”. Al margen de que desconozco los criterios de dios en esto de la edición, he de decir que esa persona ha publicado varios libros a través de autoedición, pago por participar en un concurso y coedición. Y eso no me hace decir que todos los que se autoeditan nos consideran apestados a los que publicamos gracias a haber ganado un certamen literario. Así es que, modestamente, pido un poco de humildad, respeto y prudencia, dejar de mirarnos el ombligo y mirar un poco más allá. Cada uno ha de defender su trayectoria desde lo que hace, con cada escrito, y no intentando hacer de menos a los demás. Básicamente porque este no es un mundo de blancos o negros sino de una amplia gama de grises. De otra manera no les faltará razón a quienes nos consideren unos engreídos.
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