miércoles, 28 de diciembre de 2011

UN CUARTO PROPIO


Decía la gran Virginia Woolf que para poder escribir una mujer necesita 500 libras al año y un cuarto propio. En mi caso, muchos años después, lo necesario era una persona que confiara en mí y me apoyara y, por supuesto, ese cuarto propio. Hoy hace seis años que lo encontré. Llegué aquí en diciembre de 2005 con una novela acabada de escribir y un montón de sueños. Me había quedado sin trabajo, había roto con todo, partía de cero. Tenía un ordenador, unos cuantos escritos y mi imaginación, poco más. La idea era poner mi mesa y el ordenador en la habitación que da a la parte de atrás pero mi chico me lo quitó de la cabeza: me instalaría en la mejor habitación de la casa, la más soleada y amplia puesto que iba a pasar en ella bastantes horas. Y tuvo una estupenda idea porque es la más acogedora y en ella hay una ventana desde la que puede verse el mar.
En el silencio de esta ventana al Mediterráneo he seguido escribiendo, publicando y aquí también sigo soñando. Durante toda la vida he querido escribir, al menos eso dicen los que me conocen, pero durante un tiempo se me olvidó. Por suerte debía de formar parte de mi ADN porque ni el tiempo de desmemoria me hizo desviarme de mi deseo. El caso es que nunca tuve un sitio en el que sentirme libre y lo suficientemente a gusto como para saber que esa era mi casa y poder crear en ella un mundo, muchos mundos inventados por mí que acabaron plasmados en el papel. Aquí escribí El Café de la Luna y otras muchísimas historias. Desde aquí me registré en el portal YoEscribo.com para participar en su concurso de novela en 2008. También desde aquí he escrito reseñas, entrevistas y he preparado mi secciones de radio. Esta casa con vistas al mar ha sido el lugar que me ha visto nacer como escritora y espero que me siga viendo crecer.
La foto es del día que llegué aquí hace ahora seis años. Poco podía imaginar lo que me esperaba.

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