viernes, 11 de septiembre de 2009

TOMANDO UNA TAZA DE TÉ DE CHOCOLATE Y MENTA


Aunque estos días no haya hablado de él, sigo adelante con El café de la Luna. Ahora, mientras tomo una tacita de té de chocolate y menta, corrijo y reescribo el mecanoscrito que casi está acabado. Después del repaso de hoy, pasaré el fin de semana puliendo los relatos, poniendo aquí y quitando de allá para dejar bien claro y redondeado el hilo argumental que relaciona todas las narraciones que lo componen y antes del día 15 de este mes lo enviaré a concurso.
Las cosas han cambiado un poco desde que me puse a escribirlo y ahora que sé que hay una nueva puerta esperando para que llame a ella con mi colección de relatos estoy mucho más animada y convencida de que ha valido la pena dedicarse a El Café de la Luna dejando de lado La hija del escriba. Empezar una nueva novela, dedicarse a ella, es algo que hasta hace poco me parecía muy complicado por cómo eran mis circunstancias. Ahora que he conseguido robarle algo de tiempo al tiempo, si las cosas siguen como en las últimas semanas, pienso ponerme pronto a la carga, no dilatarlo más.
Seguro que entre una cosa y otra cederé a la tentación de escribir algún relato, ya es vicio, y seguro también que hasta mando alguno a concursar por esos mundos, esto es adicción. Pero empiezo a mentalizarme de que la prioridad será la nueva novela. Eso y los libros de Anika, las entrevistas que van saliendo gracias a ellos y todo mi abigarrado y, a veces surrealista, microcosmos literario. Cada vez estoy más convencida de que voy andando, de que estoy dando pequeños pasos... las cosas aisladas que he ido haciendo se van concretando y traen otras nuevas. Al final algo cuajará, estoy segura... y si no, estoy disfrutando tanto con todo esto que tampoco me importa demasiado. Me vuelvo a mi taza de té y a El Café de la Luna.

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