lunes, 6 de julio de 2009

UN NUEVO PROYECTO


Siempre escribo sobre lo que me apetece, sobre lo que me motiva o pone en jaque a mi inspiración. Una prueba de ello es que los pocos concursos literarios que he ganado ha sido con escritos que narran historias que a mí me tocan especialmente la médula: la discriminación y el respeto a la diversidad, las dictaduras y la crueldad del trabajo infantil.
Gracias al Scream "Cielo Abierto" he conocido a Jordi Sierra y Ricardo Gómez, dos importantes escritores que se desempeñan de mil maravillas en el territorio de la literatura infantil y juvenil. También, gracias al Facebook (le pese a quien le pese) he conocido a la estupenda escritora Yanitzia Canetti (una Sherezade moderna, la llama la prensa) y a finales de este mes conoceré a otra que no lo es menos, Maite Carranza.
Como yo soy así de "rarita" he creído ver en esto "una señal". ¿Y una señal de qué? Pues de que mis pasos parecen guiarme en este momento hacia la LIJ. Y como una es aventurera y no tiene problemas a la hora de escribir, ni corta pero sí un poco perezosa (el calor atonta a los escritores si no preguntadle a Víctor Morata) me he puesto a ello.
Así es que si me da tiempo de concluir mi relato me presentaré al concurso "Leer es Vivir" que organiza la editorial Everest. Como siempre sigo mi instinto (por ahora no me ha fallado) una vez más participaré en un concurso sin ninguna intención de "fabricarme un currículum" porque ya lo tengo y también lo tenía antes de empezar a escribir ficción. Simplemente por el placer de experimentar y ponerme a prueba. ¿Que me piden un microrelato? Pues a ahorrar en palabras. ¿Que se trata de dar miedo? Pues tiramos de suspense y de personajes de terror. ¿Que toca un relato ecológico? Pues adelante, ¿quién dijo miedo?
Pese a lo que digan de los concursos quienes no creen en ellos (posición que respeto aunque no comparto) son una excelente plataforma para los nuevos escritores. Si Jordi Sierra i Fabra lo cree con más de 300 libros a sus espaldas y un palmarés impresionante de premios, ¿quién soy yo para quitarle la razón?

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