martes, 29 de julio de 2014

ESCRIBIENDO, ¿QUÉ SI NO?

Sigo aquí, escribiendo. A veces sin demasiadas ganas. Muy a menudo planteándome si merece la pena seguir. Con la ilusión por escribir intacta. Con ganas de seguir escribiendo. Pero cada vez con menos pretensiones. Si cuando empecé no las tenía, si me puse a escribir sin pensar que algún día conseguiría publicar algún libro, ahora que ya voy por el octavo (dos exclusivos y seis antologías compartidas con otros autores) veo cada vez más complicado seguir adelante. No corren buenos tiempos para nada ni para nadie. La gran palabra que nos agobia: crisis. Pero sigo escribiendo.
Desde que en 2005 escribí El Susurro de los árboles no he dejado de escribir aunque las desilusiones se han ido sucediendo. Por suerte también han llegado nuevas ilusiones y, casi siempre, cuando más tocada estoy me llega una "señal" de que debo seguir escribiendo. Esto es como una maldición. Una no puede dejar de ser lo que es. Por eso, aunque me planteo la publicación como algo muy lejano, en estos dos años he escrito dos novelas y la que estoy a punto de terminar. He reducido al mínimo las colaboraciones, los actos sociales y casi todo lo que tiene que ver con el mundo editorial. El desgaste estaba siendo enorme y los resultados escasos, por no decir nulos. Como dice mi amigo Ricardo Gómez, el escritor ha de defender su escritura escribiendo. Eso y que no se hacer casi nada más.

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