Sigo aquí, escribiendo. A veces sin demasiadas ganas. Muy a menudo planteándome si merece la pena seguir. Con la ilusión por escribir intacta. Con ganas de seguir escribiendo. Pero cada vez con menos pretensiones. Si cuando empecé no las tenía, si me puse a escribir sin pensar que algún día conseguiría publicar algún libro, ahora que ya voy por el octavo (dos exclusivos y seis antologías compartidas con otros autores) veo cada vez más complicado seguir adelante. No corren buenos tiempos para nada ni para nadie. La gran palabra que nos agobia: crisis. Pero sigo escribiendo.
Desde que en 2005 escribí El Susurro de los árboles no he dejado de escribir aunque las desilusiones se han ido sucediendo. Por suerte también han llegado nuevas ilusiones y, casi siempre, cuando más tocada estoy me llega una "señal" de que debo seguir escribiendo. Esto es como una maldición. Una no puede dejar de ser lo que es. Por eso, aunque me planteo la publicación como algo muy lejano, en estos dos años he escrito dos novelas y la que estoy a punto de terminar. He reducido al mínimo las colaboraciones, los actos sociales y casi todo lo que tiene que ver con el mundo editorial. El desgaste estaba siendo enorme y los resultados escasos, por no decir nulos. Como dice mi amigo Ricardo Gómez, el escritor ha de defender su escritura escribiendo. Eso y que no se hacer casi nada más.
martes, 29 de julio de 2014
viernes, 11 de julio de 2014
A JOSEP FORMENT, IN MEMORIAM
Querido Josep,
Te has ido. Todavía trato de digerir la noticia de tu partida. No me puedo creer que ya nunca más recibiré uno de tus mails y que ya no podré volver a quedar contigo en el Virreina. Ahora sólo me queda el recuerdo, un recuerdo breve pero intenso de tu paso por mi vida. Te conocí en el 2010. Nos puso en contacto por mail Esther Gassol después de decirme que tenía un cuñado que era editor y que le había hablado de mí. Fue una de esas cosas inesperadas que te alegran la vida. Me pediste que te mandara algo para saber cómo escribía y yo te mandé un texto en el que estaba trabajando, una recopilación de relatos muy personales que iba a presentar a un concurso, El Café de la Luna era su título provisional.
Por aquel entonces yo colaboraba en Onda Cero y los viernes estaba en Barcelona y quedamos en que te avisaría para vernos y tomar algo. Así lo hice. Pasamos un par de horas charlando. Daba gusto oírte hablar. Yo te escuchaba pensando, "sí, muy interesante pero, ¿para qué me contará todo esto?". Entonces me dijiste, "y ahora vamos a hablar de literatura: quiero publicar tu libro". Casi me da algo. "He leído menos de la mitad pero si sigue así quiero publicarlo". Aquel día hice el programa de radio con una sonrisa de felicidad en los labios. No dije nada, prudente y desconfiada como soy, pero me ilusioné como siempre suelo hacerlo.A partir de ahí vinieron meses de incertidumbre, yo no preguntaba, tú intentabas defender mi libro frente a los otros miembros de la editorial que no lo veían del todo claro. Lo mejor de esos meses fueron nuestras charlas en el Virreina, tus consejos, tu sabiduría, todo lo que transmitías con tus palabras. Nos hicimos amigos.
Preguntando sobre ti en el mundillo me decían que se te conocía por ser una excelente persona, Esther me aseguró que mi libro saldría adelante si te habías comprometido, que tenía que pasar algo muy grave para que no fuera así. Y salió. Y lo presentamos juntos. Y viví a tu lado algunos de los mejores momentos de mi vida.
¿Qué puedo decir de ti? Eras amable, educado, culto, apasionado, inteligente, modesto, amabas la literatura, te hacías querer... El miércoles cuando leí la noticia de tu muerte me vine abajo. En un momento en el que todo es tan difícil que me planteo día sí día también si dejarlo, tu marcha, el perder a la persona que creyó en mí y me dio una oportunidad me deja un poco huérfana. Yo nunca he creído en mí, tampoco demasiado en El Café de la Luna, pero que tu creyeras, que alguien como tú apostara por nosotros me dio alas. Ahora me siento como si me las hubieran cortado. Dos días después trato de digerirlo, se me llenan los ojos de lágrimas cada vez que pienso en ti. Hubiera ido a tu funeral, ayer fui a Barcelona pensando en ir al tanatorio, pero no me he visto capaz, tampoco hoy de ir al funeral. Hubiera querido pasar más tiempo contigo, poder despedirme de ti...
Hoy miro la agenda y me doy cuenta de que hace casi un año que no quedábamos. Recuerdo que la última vez que nos vimos te dije que sentía que me tenías olvidada y tú reconociste que tenía razon, que tenías tanto trabajo que no llegabas a todo y que prometías enmendarlo. Te eché de menos en el club de lectura que hice en marzo, hasta me enfadé un poco contigo. Ahora estoy enfadada conmigo por no haber insistido más, porque ya es tarde, te has ido. Las primeras veces nunca se olvidan y tú fuiste mi primer editor y tuve la gran suerte de que así fuera. Nunca te olvidaré, Josep Forment, te quedas para siempre en mi corazón. Gracias por todo.
Foto: detalle de una imagen tomada por Javier Coria.
Te has ido. Todavía trato de digerir la noticia de tu partida. No me puedo creer que ya nunca más recibiré uno de tus mails y que ya no podré volver a quedar contigo en el Virreina. Ahora sólo me queda el recuerdo, un recuerdo breve pero intenso de tu paso por mi vida. Te conocí en el 2010. Nos puso en contacto por mail Esther Gassol después de decirme que tenía un cuñado que era editor y que le había hablado de mí. Fue una de esas cosas inesperadas que te alegran la vida. Me pediste que te mandara algo para saber cómo escribía y yo te mandé un texto en el que estaba trabajando, una recopilación de relatos muy personales que iba a presentar a un concurso, El Café de la Luna era su título provisional.
Por aquel entonces yo colaboraba en Onda Cero y los viernes estaba en Barcelona y quedamos en que te avisaría para vernos y tomar algo. Así lo hice. Pasamos un par de horas charlando. Daba gusto oírte hablar. Yo te escuchaba pensando, "sí, muy interesante pero, ¿para qué me contará todo esto?". Entonces me dijiste, "y ahora vamos a hablar de literatura: quiero publicar tu libro". Casi me da algo. "He leído menos de la mitad pero si sigue así quiero publicarlo". Aquel día hice el programa de radio con una sonrisa de felicidad en los labios. No dije nada, prudente y desconfiada como soy, pero me ilusioné como siempre suelo hacerlo.A partir de ahí vinieron meses de incertidumbre, yo no preguntaba, tú intentabas defender mi libro frente a los otros miembros de la editorial que no lo veían del todo claro. Lo mejor de esos meses fueron nuestras charlas en el Virreina, tus consejos, tu sabiduría, todo lo que transmitías con tus palabras. Nos hicimos amigos.
Preguntando sobre ti en el mundillo me decían que se te conocía por ser una excelente persona, Esther me aseguró que mi libro saldría adelante si te habías comprometido, que tenía que pasar algo muy grave para que no fuera así. Y salió. Y lo presentamos juntos. Y viví a tu lado algunos de los mejores momentos de mi vida.
¿Qué puedo decir de ti? Eras amable, educado, culto, apasionado, inteligente, modesto, amabas la literatura, te hacías querer... El miércoles cuando leí la noticia de tu muerte me vine abajo. En un momento en el que todo es tan difícil que me planteo día sí día también si dejarlo, tu marcha, el perder a la persona que creyó en mí y me dio una oportunidad me deja un poco huérfana. Yo nunca he creído en mí, tampoco demasiado en El Café de la Luna, pero que tu creyeras, que alguien como tú apostara por nosotros me dio alas. Ahora me siento como si me las hubieran cortado. Dos días después trato de digerirlo, se me llenan los ojos de lágrimas cada vez que pienso en ti. Hubiera ido a tu funeral, ayer fui a Barcelona pensando en ir al tanatorio, pero no me he visto capaz, tampoco hoy de ir al funeral. Hubiera querido pasar más tiempo contigo, poder despedirme de ti...
Hoy miro la agenda y me doy cuenta de que hace casi un año que no quedábamos. Recuerdo que la última vez que nos vimos te dije que sentía que me tenías olvidada y tú reconociste que tenía razon, que tenías tanto trabajo que no llegabas a todo y que prometías enmendarlo. Te eché de menos en el club de lectura que hice en marzo, hasta me enfadé un poco contigo. Ahora estoy enfadada conmigo por no haber insistido más, porque ya es tarde, te has ido. Las primeras veces nunca se olvidan y tú fuiste mi primer editor y tuve la gran suerte de que así fuera. Nunca te olvidaré, Josep Forment, te quedas para siempre en mi corazón. Gracias por todo.
Foto: detalle de una imagen tomada por Javier Coria.