jueves, 27 de mayo de 2010
EL INVENTOR DE FUTUROS
Me acaba de llegar este mail: "Queridos amigos, hace 34 años la Dina se llevó a mi Rodrigo. Digan una oración por él o, simplemente, recuérdenlo." Me lo envía Malva, la madre de Rodrigo, una mujer a la que le desaparecieron un hijo de 18 años al que nunca más volvió a ver, al que nunca verá crecer, del que nunca tendrá un nieto... del que ni siquiera sabe dónde descansan sus restos o qué fue lo que le pasó.
Cuando estaba escribiendo "El susurro de los árboles" llegó hasta mí la historia de Rodrigo, el inventor de futuros. Me la regalaron su hermano y su madre y, enseguida, entró a formar parte de mí y se quedó conmigo convirtiéndose en uno de los capítulos del libro. Desde entonces, cada año, recibo un mail de su madre el 11 de marzo para recordarnos que ese día nació Rodrigo y el 27 de mayo para recordarnos que fue entonces cuando la DINA le arrancó la libertad y la existencia convirtiéndolo en un desaparecido.
En esos días se remueve en mí un dolor que no me pertenece pero que tampoco me es ajeno, porque Rodrigo forma parte de mi vida, aunque sólo sea su recuerdo. Y entonces me acuerdo de cuando alguien me dijo que escribir sobre temas como el de la dictadura chilena era "un rollazo". Tal vez. Todo depende de lo que una busque con lo que escribe. Si una busca fama y gloria, presentaciones, firmas, entrevistas... probablemente escribir sobre desgracias no venda. Pero si lo que una pretende con lo que escribe es dar salida a sus inquietudes y poder gritar con sus libros su repulsa por este tipo de cosas lo importante, realmente, no es vender. Compensa mucho más el cariño y el agradecimiento de una madre a la que nunca nada le devolverá a su hijo que todo lo publicado o por publicar. Yo sí pienso que historias como las de Rodrigo merecen la pena ser contadas. Esta humilde contadora de historias seguirá poniendo su pluma (teclas) al servicio de las causas que la conmuevan y la causa de la dictadura chilena me conmovió.
Hoy, Rodrigo, los que te conocieron y te quisieron te recuerdan. Hoy, Rodrigo,los que supimos de ti por las personas que te amaron y no te olvidan pensamos en ti. Larga vida en los corazones de las gentes, Rodrigo.
http://www.memoriaviva.com/desaparecidos/D-M/rodrigo_alejandro_medina_hernand.htm
Conmovedora historia. Ante este tipo de atropellos uno se queda sin palabras. El dolor, aunque no sea nuestro, nunca debería sernos ajenos; otro gallo nos cantaría. Estoy de acuerdo contigo, en cuanto lo que dices de las motivaciones que te llevan a hacerte eco de estas historias, no serán comerciales, pero son testigo de una parte de la historia, un pequeño reconocimiento para aquellos que sufrieron tanta injusticia. Una manera de que permanezcan en nuestras memorias, quizá, una pequeña retribución moral, algo de justicia.
ResponderEliminarEstos temas tampoco me son ajenos. Yo no escribo novelas, quizá algún día, pero en el último cuento que escribí y colgué en mi blog, trata sobre un acontecimiento de la Guerra Civil, alguien me dijo lo mismo que a ti, que estos temas no interesan ya, y yo creo que debería hacerlo, por muchas razones, algunas las he apuntado arriba, y, entre otras para no olvidar, no echar en el olvido a aquellos que les fueron arrancado a sus familiares, etc. Y porque los pueblos han de conocer su propia historia, para no repitarla.
Te felicito por la entrada, y por esa sensibilidad.
Un abrazo,
Margarita
Ostras, Margarita, muchas gracias por tus palabras. Me han emocionado. A veces pienso que tengo un punto de masoquismo (es broma, claro) porque siempre me motivan este tipo de cosas. Quiero escribir sobre lo que me duele aunque al hacerlo tenga que sentir ese dolor para poder transmitirlo. Es por eso que fue muy importante para mí publicar esa primera novela y no otra porque, en cierta manera, se la debía a la gente que se había puesto en mis manos contándome su historia y se la debía también a mi corazón. Cuando gané el premio en lo primero que pensé fue en que podría enviarles un ejemplar. Era casi una responsabilidad conseguir publicarla porque era ya lo único que les quedaba a muchos de ellos. Por eso, cada vez que recibo un mail de Malva o de Kena (las madres de los dos Rodrigos que se fueron con 18 y 8 años)me estremezco y siento un poquito de su dolor. Al mismo tiempo siento que he podido dar salida a la impotencia que me producen este tipo de cosas y que he puesto mi minúsculo granito de arena para que permanezcan en la memoria.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que me dices de que no escribes novelas, todo es ponerse. Con ilusión y ganas hasta se puede conseguir publicarla como me pasó a mí :). Un abrazo y muchas gracias por tus palabras.