No, no es que me vayan a publicar un libro, ¡¡¡más quisiera yo!!! Se trata de un favor que me hace un buen amigo editor. El favor consiste en leerse un texto que yo he escrito y proceder como hace con sus escritores. La cosa fue on line pero con un poco de suerte habrá otras ocasiones en vivo y en directo.
Y es que cuando publiqué mi novela no tuve ocasión de hacer este tipo de trabajo. Sé que es algo que se ha hecho con otros autores ganadores del YoEscribo y en otras ediciones pero en mi caso no pasó. No voy a ser tan ilusa de pensar que no había cosas mejorables en mi escrito. Más bien me inclino a creer que los problemas económicos de la Fundación Drac hicieron que se pasaran cosas por alto. Lo importante era cumplir las cláusulas del contrato de representación que habíamos firmado con ellos y lo demás se obvió.
La experiencia de ayer fue genial. No negaré que, al principio, recibir mi texto con un montón de anotaciones de colores me dejó un poco impresionada. Que al leerlas mi ego se balanceó. Que durante mi ciberconversación con el editor sentí en más de un momento que mi confianza en mis habilidades escritoriles se vino un poco abajo. Pero nada más lejos de la conclusión final.
En un ratito aprendí muchas cosas. Aprendí que "en la literatura precipitarse no es bueno". Que los textos han de dejarse reposar como los buenos vinos. Que hay que trabajarlos y pulirlos. Que tengo que seguir aprendiendo. Que quiero seguir aprendiendo. Supongo que todo eso es obvio. Siempre lo hago. Pero ayer aprendí que no lo hago lo suficiente y que tengo mucho más que aprender de lo que yo creía. Eso sí, de la experiencia salí reforzada y con más ganas de seguir y de demostrarme a mí misma que soy capaz.
El resultado final me gustó. Se me hizo raro aceptar algunas de las ideas que proponía el editor porque me daba la sensación de que eso hacía menos mío el texto. Pero no tardé en verlo como aquellos consejillos que me daba mi profe de lengua cada vez que me sugería seguir un camino u otro en mis narraciones o cuando me proponía ampliarlas porque, según él, tenían posibilidades. Aunque entonces me fastidiaba un montón estoy convencida de que el profe Antonio tiene mucha culpa de que yo tenga este malsano vicio de escribir.
Si se saben asimilar los consejos que un profesional te da, creo que se acaba aprendiendo muchísimo. El problema es que muchas veces nos cerramos en banda y consideramos una amenaza cualquier anotación en nuestros textos. A mí también me queda muchísimo por aprender, por corregir, por escribir, por aprender... (y lo menciono dos veces porque es mucho, jejeje). Besos y abrazos, Bruji. A ver si conseguimos que nuestra generación deje huella.
ResponderEliminar¡¡¡Hola,Creative Boy, :)!!!
ResponderEliminarCierto que se aprende mucho si uno está abierto a ello. Este editor es dueño de una editorial independiente de gran prestigio y sólo hay que mirar su catálogo de escritores para darse cuenta de que sabe bien lo que se hace y que si te comenta algo no es baladí, además estoy acostumbrada a que mis textos periodísticos se manipulen de tanto en tanto, pero te aseguro que los sentimientos que tuve con estas sugerencias fueron diferentes. Precisamente por venir de la persona que venían me hicieron sentir pequeña, muy pequeña, pensar que no sirvo para esto... en fin, de todo un poco. Al pronto fue un shock. Luego lo digieres, te explican... y miras un poco a tus espaldas y te acuerdas de lo que has estado haciendo hasta ese momento y acabas concluyendo que tienes que aprender mucho, muchísimo más. Y en eso estamos, ¿no?
También yo espero que demos que hablar en el futuro, si no todos que al menos algunos de nosotros, cuantos más mejor, lleguemos a dónde nos proponemos. Un besote fuerte.