Hace dos años exactamente, tal día como hoy, fue el peor de mi vida. Irónicamente también fue el día más importante, ese y los que vendrían después. Esta cara de felicidad que se me ve en la foto era mi cara de embarazadísima. Era la persona más feliz del mundo, encantada de mi suerte, sintiéndome realmente bella con mi abultada barriga y deseando ver la carita del diminuto ser que llevaba unos meses creciendo dentro de mí.
Cuando una se prepara para el parto, todo el mundo te habla de lo estupendo, maravilloso y especial que es. Nadie te cuenta lo mal que se pasa. Te lo envuelven todo con papel de regalo y le ponen un lazo rojo. Parir es muy duro, muy doloroso en la matoría de los casos, si una tiene la mala suerte de que la cosa se complica, no quiero ni contar.
El 27 de marzo de 2007, de madrugada, me puse de parto. Hasta ahí todo bien. Las contracciones son soportables. El miedo no se puede evitar. La mala suerte es una posibilidad en la que no se piensa... pero que suele tocar. Ingresé a las 8 de la mañana en el Hospital de Santa Tecla de Tarragona ilusionada pero también muy asustada.
En mi caso una preclamsia (subida de tensión) me obligó a quedarme ingresada aunque no había alcanzado la dilatación necesaria. Me quedé en el hospital. Esa estancia es el peor recuerdo de lo que he vivido hasta ahora. Las horas pasaban y el bebé no podía salir. Vómitos, dolor de cabeza, enfermeras que te tratan como si fueses una vaca a la que hay que ordeñar, sondas, pinchazos... hasta me separaron de mi compañero durante un par de horas y me dejaron sola, asustada y triste en una sala de dilatación.
Cuando haces cursos de preparación al parto, te pintan a las enfermeras como ángeles amables que te van a hacer más fácil ese momento tan difícil. No dudo que las haya, pero en mi caso fueron simples operarias que se limitaban a cumplir trámites y protocolos, frías e impersonales, rutinarias y, algunas de ellas, desagradables. Mi familia en la sala de espera tampoco tuvo muy buena sensación. Nadie salía a decirles nada mientras las horas iban pasando (para ser exactos 16) y todas las parturientas que entraban iban saliendo convertidas en nuevas madres y yo seguía allí. Me tuvieron sufriendo todo ese tiempo, me pusieron dos epidurales porque la primera "no estaba bien puesta", apuraron hasta el final para, finalmente, hacerme una cesarea. Nunca entenderé por qué tardaron tanto.
En la misma sala de partos, después de 16 horas de suplicio y tras haber sufrido una cesárea, la amable ginecóloga me comunicó que tenía un mioma. Para ella era lo más normal, hasta se permitió hacerme bromas, pero yo no sabía de qué estaba hablándome porque ella tampoco me explicó nada, así es que su exquisito tacto lo único que hizo fue intranquilizarme y preocuparme más.
Lluna nació las 00:22 del 28 de marzo de 2007. Verla por fin fuera de mí fue una extraña y maravillosa sensación. También fue un momento muy traumático ya que apenas me dejaron verla unos segundo y se la llevaron. Tantos meses de cuidarla, tantos esfuerzos para parirla, y la última en tocarla y acariciarla, en tenerla cerca, fui yo. Hasta que no me llevaron a la habitación y la tuve en mis brazos, hasta que no la sentí aferrada a mi pecho (del que no se soltó hasta los 17 meses) no respiré aliviada.
Por suerte, unas semanas después, recuperada de la anemia de caballo que me sobrevino después del parto y de la que ningún médico o enfermera me había avisado, una vez la tensión más o menos ser regularizó, tener a Lluna fue maravilloso. Afortunadamente todo pasó. Nunca podré olvidarlo. El mal hacer de unos cuantos "profesionales" de la sanidad convirtió en un recuerdo traumático el que tenía que haber sido el momento más hermoso.
Que te quiten lo bailao...
ResponderEliminarEn Santa Tecla, presuntamente, parece ser normal. Yo las veces que he estado he visto la poca humanidad que tienen. No saben tratar a la gente como personas...
ResponderEliminarMenos mal que no es cosa mía... tuvieron a Lluna tanto rato dentro, intentando que fuera parto natural, que al final hubo que sacarla deprisa y corriendo. Estaba monitorizada para que pudieran detectar si había sufrimiento fetal... En más de un momento tuve miedo de que pasara algo, de que Lluna o yo no lo pudiéramos contar. En fin, al final la dos sobrevivimos al parto, así es que mañana tenemos muuuuuuuuucho que celebrar: los 2 años de Lluna, el día en que por fin nos conocimos (cuando ella estaba en la tripa era como si nos conociéramos por internet je je je), el tiempo que llevamos juntos... en definitiva, mañana celebraremos la vida. Besos a los dos
ResponderEliminarPrecisamente el día que se publica la reseña del Susurro en Anika entre Libros!!!
ResponderEliminarbesos
josephb
Felicidades a la Bruja y a la pequeña brujilla Lluna. Besos pa las dos!!
ResponderEliminarGracias, Mc, qué estupendo regalo. Gracias, Carolina, mañana me la como a besos de tu parte.
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